RELACION DE PAREJA

De acuerdo con estadísticas, de cada 10 parejas que experimentan la muerte de un hijo o hija siete se separan. La muerte de un bebé es reconstruirse día a día, ya no somos las personas que creíamos ser, la vida se ve diferente, lo imperceptible para muchos se vuelve perceptible; cambian ideologías, costumbres, muchos hombres y mujeres dicen que murieron el día que murió su hijo y que volvieron a nacer con otros ojos.
Género y Duelo
Para abordar estos aspectos mencionaremos algunos conceptos básicos:
- SEXO: Diferencia biológica entre las personas. Dos grupos: hombres y mujeres; al nacimiento sabemos del sexo de una persona por sus genitales externos.
- GÉNERO: Construcción de características socio-culturalmente esperadas y aceptadas a partir del sexo (hombre y mujer) que dan cuenta de los rasgos y funciones psicológicas, sociales y culturales distintas y específicas para cada uno.
Estos comportamientos esperados en hombres y mujeres no tienen que ver con su “naturaleza”; son aprendidos y varían de acuerdo a la región, la época y la cultura.
De acuerdo a los roles de Género y creencias patriarcales de la mujer se espera:
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- Ser sumisa y abnegada.
- Ser dependiente
- Ser tierna.
- Ser generosa
- Ser inocente (sobre todo en sexualidad).
- Ser pasiva.
- Que se case y tenga hijo/as.
- Crianza y cuidado de los hijo/as.
- Que realice funciones domésticas.
- Si trabaja, que sea a nivel asistencial.
De acuerdo a los roles de Género y creencias patriarcales de los hombres se espera:
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- Ser fuerte y valiente.
- De preferencia, que no exprese sus sentimientos y mucho menos de “debilidad”.
- Que sea experimentado sexualmente.
- Ser exitoso y particularmente en términos sociales y financieros.
- Ser agresivo-violento y poco expresivo en sus afectos.
- Sea proveedor de la casa y la autoridad para tomar decisiones y dirigir a la familia.
La cultura espera actitudes, comportamientos y formas específicas de manejar los sentimientos ante las pérdidas de acuerdo al género.
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- En la mujer se espera y permite la expresión de sentimientos de tristeza con llanto y desesperación, de compasión, temores y dudas (verbal, corporal y actitudinal), encontrando aceptación y apoyo social.
- Repertorio de respuestas psicológicas introyectadas: dependencia emocional, desvalimiento e inseguridad – estancamientos en etapas de expresión emocional y depresión, sin el logro de la aceptación y resignificación de la pérdida – fortaleza interna y autonomía emocional – duelos crónicos.
- Depresión frecuente en mujeres: baja autoestima, baja autonomía, agresión volcada hacia sí misma, inseguridad, sentimientos de desamparo y desvalimiento – rasgos esperados para el género femenino.
- Mujeres con lutos interminables, resguardando una fidelidad absoluta “Sólo hubo un hombre para mí, y él ya no está”; después de una ruptura marital, quedan prendadas a esa relación; que han perdido a un/a hijo/a y nunca se recuperan – Desde la visión de género tanto el esposo como los hijos son su misión más importante, “si los pierdes te quedas sin nada, vacía”, pues tú vales en función de los demás y no de ti misma
- En el hombre se espera restrinja esta expresión emocional y sobre todo aquella relacionada con vulnerabilidad y tristeza.
- Utilizara mecanismos de defensa: Negación, racionalización, disociación ideo-afectiva, no permitiéndose desbordarse desde la tristeza y desesperación sino a lo mucho desde el enojo y la violencia (fortaleza, dominio y autosuficiencia).
- Muchos hombres no se dan “permiso” para reconocer sus sentimientos, mucho menos para expresarlos.
- Posibles estancamientos en negación y enojo del proceso de duelo – duelos retardados o crónicos.
- Círculos sin cerrar – debilitamiento emocional – trastornos psicosomáticos ó psico-emocionales con rasgos de impulsividad, agresión, irritabilidad, intolerancia detrás de lo cual pueden existir enormes cargas de tristeza, miedo y vulnerabilidad.
- Hombres que ante la muerte de su esposa o ruptura de una relación de pareja, “se emparejan” de inmediato, sin tramitar cabalmente sus procesos de duelo; a veces se permiten parrandas de desahogo, se limitan los tiempos de tristeza – “taponeando” el proceso emocional de duelo; otros hombres se enfrascan en posiciones maniacas que ocultan la depresión “si me paro, me entristezco y lloro y es algo que no me puedo permitir”.
Duelo en Pareja
Si la pareja que está en duelo no consigue comunicarse y comprender y respetar los sentimientos del otro, terminará separándose, quizá en los momentos en que más se necesitan.
A pesar de las diferencias entre los padres/madres en cuanto a sus respuestas y necesidades, todos tienen una gran necesidad en común: Su dolor es intenso, por lo que debe
ser reconocido y respetadas las formas en las que puedan enfrentar dicho dolor. La madre no debe ser la única depositaria del dolor. La pareja estará experimentando diversos retos y emociones que se mencionan a continuación.
Dificultad para aceptar que la pareja viva la pérdida a su manera.
- Un miembro de la pareja puede sentir, por ejemplo, que al otro no le importa la muerte lo suficiente (quizás porque no llora o porque no quiere hablar del fallecido).
- A veces, la necesidad de parecer fuerte, puede interpretarse por el otro como falta de interés
- O el temor a dejar salir el dolor y enloquecer.
Falta de sincronicidad.
- Esto puede crear la sensación de que uno siempre está inmerso en el dolor y puede contribuir a que se eviten el uno al otro en los momentos difíciles, para no recaer en el sufrimiento.
- Puede ocurrir que la pareja no viva al mismo tiempo los momentos de mayor dolor o las “recaídas”.
Las relaciones sexuales.
- En las relaciones sexuales, puede ocurrir que las necesidades de uno incluso aumenten, mientras que las del otro disminuyan o desaparezcan.
- Esto puede ser fuente importante de conflictos.
Separación y Volencia familiar
Estas diferencias son las que ocasionan que el duelo entre las madres y los padres se dificulte, no se elabore al mismo ritmo, se desfase en las etapas que se viven y ponga en alto riesgo la estabilidad de la pareja, algunos autores refieren que hasta un 50% de los matrimonios que han perdido un/a hijo/a terminan en divorcio o separación, pues la comunicación se ve frecuentemente interrumpida; recriminaciones y culpas pueden producir divisiones y ser un factor de violencia entre la pareja
Reflexiona:
Para hombres y mujeres resulta difícil procesar y llevar a buen término nuestras experiencias de pérdida, pero partucularmente la experiencia de vivir la muerte de una hija/hijo.
Será importante abrir nuestros horizontes en la formación y vivencia de género, reconstruir esos recipientes de lo que debe ser y hacer un hombre y una mujer, dar cabida a los aspectos masculinos y femeninos que anidan en cada persona independientemente de su sexo, siendo así seres humanos más completos e íntegros y no sufrir de las múltiples mutilaciones impuestas.
Aportaciones: Guadalupe Álvarez De Majul, Dra. Edith Zuñiga Vega
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