La vivencia de la muerte intrauterina, mi experiencia

Les comparto estas líneas de parte de mi vida con mucho amor. Forma parte del trabajo de tesis que realicé para ser Tanatóloga (Acompañamiento Tanatológico en Muerte Gestacional); es un recopilado del primer capítulo y espero que sea útil para más mujeres.

Quiero que sepan que no están solas, que somos muchas mujeres que pasamos por esta situación, estamos para abrazarnos y apoyarnos, nuestro amor es tan fuerte por nuestros hijos que vence el al dolor, honrando y agradeciendo el paso de su vida en la nuestra.

En septiembre del año 2011, llegó la noticia más feliz de mi vida y de mi esposo, éramos novios en ese entonces, pero ya teníamos planes de estar juntos y formar una familia; y, sorpresa, tardó mi periodo y mi corazón me daba la respuesta que tanto ansiaba: que la prueba de embarazo estaba de más, sí estábamos embarazados y felices de contarles a toda nuestra familia y amigos. Mi cuerpo cambiaba, sentía los antojos, nauseas, sueño; era como un sueño hecho realidad, ver los primeros ultrasonidos y escuchar su corazoncito latir era como escuchar los cantos de un ángel que mi alma se alegraba con tanto amor. En esos ultrasonidos me dijeron que el bebé estaba muy bien pero detectaron un mioma dentro de la cavidad intrauterina, en ese momento la ginecóloga dijo que no había ningún problema, lo cual no fue así, un día tuve un sangrado y me llevaron al hospital, era mi primer bebé, estaba muy nerviosa y preocupada, no sabía por qué estaba sucediendo eso, no era lo normal de un embarazo que había escuchado o leído.

Los médicos me dieron la orden de reposo absoluto (trabajaba y mi trabajo es muy activo). Desdeahí sabía que no sería un embarazo normal, pero fuimos positivos y seguimos las indicaciones. Los primeros meses tenía sangrados constantes, aun estando en reposo, entraba y salía del hospital y para los cuatro meses estaba feliz, ya no había sangrados y mi panza era enormemente hermosa y nuestro hijo crecía muy bien, aun así sólo me la pasaba recostada en un sillón reposet donde le leía, cantaba y hablaba. Cuando llegaba mi esposo el bebé comenzaba a moverse, yo le decía que se emocionaba mucho al escuchar a papá, así era, nos encontrábamos los tres muy emocionados al estar juntos, ya para entonces sabíamos que era un niño y se llamaría Mihai Uriel, sólo era un poco de paciencia para tenerlo en nuestros brazos. En febrero del 2012, en una mañana fría, mi esposo se levantó a trabajar, se despidió de nosotros, le dimos un beso, no sabíamos que sería el último momento de felicidad juntos los tres.  Al poco rato me dieron ganas de orinar, me levanté rápido pero noté que ya había líquido en mi cama, fui al baño y no era orina sino líquido amniótico. Inmediatamente me llevaron al hospital, me indicó el doctor que ya no había líquido y que el bebé era muy pequeño, aún 6 meses de gestación, que tendrían que inducirme el parto y si nuestro hijo sobrevivía lo meterían inmediatamente en incubadora. Eso era el mejor panorama, el otro era que no sobreviviera, aun así yo tenía esperanza.

El hospital donde me encontraba era público (IMSS), no dejaban que pasara ningún familiar, ni mi esposo ni mi madre, me sentía muy asustada, les pedía a los doctores que los dejaran pasar y ellos me decían que no podían estar ahí. No sabía lo que sucedería y cómo estaba mi hijo, estaba muy desesperada, le preguntaba a un doctor que por favor me dijera qué estaba sucediendo, cómo estaba mi bebé. Su respuesta fue grosera e hiriente, me dijo que lo más probable era que ese bebé iba a morir y que no había nada qué hacer, que me calmara. Nunca se acercó a mí, me lo dijo a lo lejos y se marchó.

Me indujeron el parto, ya era noche y nunca dejaron pasar a mis familiares, pero tampoco estaban ni médicos ni enfermeras apoyándome, sólo mi hijo y yo en una cama pidiéndole a Dios que lo cuidara, que por favor nos ayudara. Así pasaron las horas y comencé a sentir salida de sangre y sin yo saber cómo era parir, mi instinto me ayudó y comencé a pujar y vi cómo parte de su cabecita con mucho pelito negro salía de mí… Estaba sola, solamente pasó una residente y le hablé, y le dije: “mira, ya está naciendo”… Corrió y fue por una doctora, me llevaron a la sala de labor de parto y comencé a pujar más y de pronto nació mi bebé.

No había llanto. Él estaba como dormido, su carita de color morada, sabía que había muerto, la doctora cortó el cordón umbilical y me miró con gran tristeza y me dijo: “tu bebé falleció”. Le pedí que me permitiera besarlo, me lo acercó y lo vi; era perfecto, sus labios rojos, su cuerpo fuerte ysu cabello abundantemente negro. Nos dimos el último beso, y de ahí grité como una loca y le dije –“¡¿por qué Dios mío, por qué? Llévame a mí también, ya no quiero vivir, quiero morir!”. Y me sedaron… dormí mucho y creo que yo no quería despertar, me sentía vacía, mis ilusiones se habían esfumado y mi corazón estaba roto.

Es algo muy fuerte y doloroso lo que pasamos todas nosotras, por eso quise compartir esta parte, porque día a día lucho con vencer miedos, culpas, tristeza, desesperanza, cada día avanzo un poco más y más, porque descubrí que detrás del dolor no me dejaba ver que está el Gran Amor que me dan mi hijo y Dios, para vencer todo lo negativo y transformarlo en Amor, Gratitud, Humildad y Empatía, sin duda alguna la oscuridad fue la que me reveló la Luz.

Escrito por: Yael Itzel Verduzco

Acerca del Autor: Yael es Tanatóloga y es la mamá de Uriel

 

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6 thoughts on “La vivencia de la muerte intrauterina, mi experiencia

  1. Tan parecida a mi historia también estuve en el imss y claro sola sin ver a andie… puje y sentí miedo de verlo no tuve el valor de cargarlo el se asfixio con el cordón.. mi niñito de ocho meses te abrazo fuerte

  2. Te abrazo con el alma Yael.
    Que falta de ser empático y de profesionalismo en la mayoria de los hospitales privados y quién lo integra.
    Ojalá y haya más concientización!!
    Por eso y más tu historia me da mucha motivación y fuerza para seguir luchando cada día.Creeme que Uriel está muy orgulloso del gran amor eterno .. su mami.
    Hoy te digo que eres una mujer fuerte y maravillosa.
    Abrazos

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